Las solemnes rejas castellanas de sus casas y la sobriedad de la fachada de piedra del granero pontifical del siglo XVIII, dan testimonio de la importancia que tuvo esta villa, tal y como lo manifiesta la presencia de su Picota, ubicada en la calle Mayor, uno de los pocos testimonios de la justicia del pasado que quedan en el Comunidad de Madrid. Lo más interesante de la población es la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de Pezuela de las Torres, Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid en la categoría de Monumento, constituye un notable ejemplo de arquitectura mudéjar, con influencias del mudéjar toledano y castellano. Forma parte de un grupo de construcciones con importantes restos mudéjares que se conservan en la Comunidad de Madrid, como son los templos de San Torcaz, Valdilecha o Pozuelo del Rey. Llama la atención la galería renacentista porticada situada en la fachada sur, formada por columnas con capiteles renacentistas característicos del primer tercio del S.XVI El templo es un inesperado tesoro arquitectónico que sorprende a todo el que se da una vuelta por Pezuela.
Un curioso testimonio de su glorioso pasado es el monumento al Regimiento “Dragones de Pezuela”. Este monolito, situado al comienzo de la c/ Cuatro Calles, recuerda al Regimiento creado en 1709 por el Conde de Pezuela y Marqués de Mina, D. Jaime de Guzmán y Spínola, que combatieron heroicamente en tierras italianas, recibiendo el título de “Dragones de la Muerte”.
Otro de los reclamos para venir a Pezuela de las Torres, son sus fiestas, tales como las Hogueras de San Antón y San Ildefonso, la fiesta de Los Mayos. Tradiciones que se remontan a tiempos precristianos, cuando las estaciones marcaban el ritmo de la vida de los hombres y mujeres de estas tierras. Porque esta villa es agrícola, y a ella se llega por un “mar dorado” de campos de trigo que germinan en primavera y maduran durante el verano. Tierras con raíces muy profundas que te harán viajar a tiempos pasados.
Fuera de la villa quedan más lugares de interés y conocimiento popular como las bodegas, en el cerro del Calvario; las caleras, los viejos hornos cilíndricos donde se fabricaban la cal y el yeso, y las cabañas de piedra, antiguos refugios de pastores con cubierta semiesférica que constituyen un tesoro arquitectónico. O las centenarias fuentes que aparecen en distintos lugares de Pezuela, ligados a los numerosos manantiales y antiguos pozos que existen.
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