En primavera, las golondrinas anidan a cientos en el campanario del templo de San Pedro (XVI-XVII), declarado Bien de Interés Cultural. En su fresco y recogido interior, despiertan el interés del viajero sus pinturas del ábside y su pila bautismal. Pero su otro gran aliciente son las vistas infinitas que se divisan desde los miradores del parque que lo rodea: a nuestros pies queda toda la vega del Henares y un horizonte en el que se contempla, a lo lejos, la sierra de Guadarrama y uno de los atardeceres más bonitos de toda la Comunidad de Madrid. Desde esta tranquilidad, parece mentira que lo que vean tus ojos, allá a lo lejos, sean las torres de la Castellana y su ajetreada vida urbana.

Tierra agrícola, rodeada de cultivos, a Los Santos de la Humosa, vale la pena venir en San Isidro, para vivir la romería del patrón de Madrid y de los agricultores, lejos del asfalto de la urbe.

Los Santos de la Humosa, es uno de esos pueblos en los que te acompaña el olor de las higueras. Paseando por sus empinadas y tortuosas callejuelas, los gatos se cruzarán en tú camino mirándote con ojos curiosos y asustadizos.

Si recorres estas tierras altas sin las prisas urbanas te aconsejamos un paseo a los balcones del Castillejo Bajo, al de la Visera, con magníficas estampas de la sierra del Ocejón de Guadalajara, a poniente, y al del parque de Miguel Ángel Blanco, junto a la plaza de toros.

Te recomendamos aparcar junto a su coso taurino y pasear por el refrescante parque que hay junto a él, gracias a que lo atraviesan unas pequeñas fuentes que forman agradables albercas. Con un poco de suerte podrás ver algunas de las ardillas que campan a sus anchas por el verdor de estos árboles. En Los Santos de la Humosa, muchas calles tienen nombre de fuentes, ya que éstas se hallan presentes en todo el pueblo, refrescando sus calles, y acompañando nuestros pasos con el suave arrullar de sus aguas.