Valverde está, literalmente, “encajado” entre laderas de yeso con manchas aisladas de pinares de repoblación, olivos, almendros y vegetación autóctona de este tipo de suelo.
No sé porque, la primera vez que llegué a Valverde de Alcalá, desde una ventana salía el soniquete melódico de un organillo tocando chotis madrileños; eso era una prueba palpable de que estaba en Madrid. Sin embargo, Valverde de Alcalá es tan manchega que los lugareños cubren las puertas de sus casas con las típicas “cortinas manchegas”, con las que protegerse del calor veraniego.
Valverde de Alcalá, es uno de esos pueblos en los que aún tienen cabina telefónica… (no te digo más) … el tiempo pasa más despacio en sus plazas y callejones.
Aunque no se puede visitar (porque es una propiedad privada), vale la pena acercarse hasta la Finca de Los Ángeles. Se trata de un agradable paseo a las afueras de Valverde, siguiendo la antigua carretera de Pozuelo del Rey. En primavera, este rincón resulta ser una mezcla curiosa entre el paisaje manchego y el de la Toscana italiana. Suaves colinas de olivos, sembrados de amapolas, y de fondo los montes yesíferos, que tanto caracterizan al enclave en el que se halla ubicado Valverde de Alcalá.