En Estremera, abandonamos las vegas del río Tajo y volvemos a adentrarnos en el paisaje castellano y en sus páramos de agricultura de secano. Al llegar, nos llevamos la sorpresa de encontrarnos con uno de los templos más magníficos de la región: la iglesia de los Remedios del siglo XVI, declarada Bien de Interés Cultural. Consta de tres naves separadas por pilares, crucero con cúpula y dos bellos retablos de estilos plateresco y barroco, además de una interesante capilla con bóveda de cañón. Su elemento más valioso es el restaurado órgano construido en 1716 por el organero mayor de Felipe V, Pedro de Liborna, con trabajos en la catedral de Segovia y en la universidad de Salamanca.
Cuenta el pueblo con otro singular templo llamado del Sepulcro o del Cristo, excavado en la tierra que recibe la luz por cuatro claraboyas. Un breve paseo por el pueblo nos descubrirá recoletas plazuelas de fachadas blancas y caserones con ventanas enrejadas como la de los Camachos, junto a la iglesia. Pero uno de los mayores alicientes para venir en verano a Estremera es su playa (una de las menos conocidas de Madrid), en la que podrás refrescarte en las aguas del río Tajo.
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