Carabaña se levanta en la margen derecha del Tajuña donde el agua rezuma por los cuatro costados. Vale la pena subir las empinadas calles que llevan a sitios tan agradables como la plaza de España que recuerda a la de los pueblos blancos de Andalucía. Su principal monumento es la iglesia de la Asunción del siglo XVI. En el centro del pueblo se pueden ver, en diferente estado de conservación, algunas casonas y palacetes como el de los Heredia, en la calle Real, frente a la iglesia, un edificio barroco con aleros decorados y escudo que sirvió de residencia al virrey de Indias. Nos informan los más curiosos de la existencia de una necrópolis visigoda de más de 200 tumbas, siendo el más grande de la provincia, que estudia el Patrimonio de la Comunidad, y que se encuentra en la carretera de Villarejo de Salvanés. Su vinculación con el agua podía verse en el Complejo de Aguas Minerales Naturales La Favorita: un conjunto patrimonial de gran valor, pero que lamentablemente se encuentra cerrado al público.
Por Carabaña pasa el tramo más bonito de la Vía Verde del Tajuña, ya que, por aquí la ruta discurre entre paredes de roca excavada para la vía del tren, pasando en ocasiones bajo puentes de piedra. Y también parte desde Carabaña la interesante Vía del Ferrocarril de los 40 días con su curiosa historia que nos remonta a la Guerra Civil.
El Viernes Santo celebran la Pasión Viviente, tan tradicional en esta zona del sureste madrileño y tienen su propia almazara ya que, por aquí, también abundan los olivos.
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