En Morata de Tajuña se ubica uno de los pocos museos de España dedicados a la Guerra Civil Española, el Museo de la batalla del Jarama. Una cápsula del tiempo en la que se pueden ver cientos de objetos personales, salvoconductos, cartillas de racionamiento, mapas, fotografías, octavillas, cascos atravesados por balas, morteros, restos de latas de comidas, mecheros, armas, cañones, botellas, periódicos de la época, monedas o billetes que Gregorio Salcedo (creador de este Museo particular) fue rescatado del olvido de los campos de labranza y olivares cercanos a Morata, en un homenaje a aquellas familias que, como ya suya, subsistieron en la Postguerra gracias a la chatarra que generó la batalla del Jarama.
Durante dos décadas, estos objetos, algunos donados por familiares vinculados sentimentalmente con la Batalla y otros adquiridos por el propio Salcedo, hacen un repaso de la contienda, pero no sólo desde el punto de vista militar o ideológico, sino, y de forma más importante, de cómo era la vida de los miles de soldados de ambos bandos que pelearon desde aquel mes de febrero de 1937, hasta el final de la guerra. Un museo que, como reconoce su creador, “hace llorar”, pero también instruye a las nuevas generaciones sobre un episodio borrado de la Historia de España. Ocho salas de exposición presididas por la escultura “Tributo desgarrado en metralla del Jarama” en las que se muestra el valor histórico de objetos, personajes y hechos sin ninguna pretensión ideológica.
Sábados, domingos y festivos de 12 a 14 horas y de 16 a 18 horas.
Una cosa a destacar de Morata es su animación. Sus terrazas, tiendas y sus célebres pastelerías, junto con el ajetreo de sus gentes, dan un ambiente de “barrio” de los de antes, cuando los vecinos se conocían y se paraban a charlar en cada esquina. Pero a pesar de su animado ambiente, se siguen escuchando a los pájaros y se respira tranquilidad. Porque tal y como señala su nombre, el río Tajuña discurre a su vera creando un vergel de frescor y naturaleza.
Su principal monumento es la iglesia de la Concepción del siglo XVI, templo renacentista de una nave con capillas laterales, del que cabe destacar el retablo de su altar mayor. Detrás del Ayuntamiento, se encuentra una singular Casa de la Cultura que antaño fue propiedad de la familia MacCrohon hasta que fue cedida al pueblo. Pero el edificio más mimado por los vecinos es la ermita de la Antigua, patrona del pueblo, una pequeña construcción del siglo XVII, levantada en piedra y con pórtico de entrada donde los vecinos bailan y cantan Los Mayos el 30 de abril. En el pasado llegó a tener una importante colonia de viviendas trogloditas, pero los tiempos y las necesidades cambian y ahora son pocas las familias que permanecen en cuevas.
Morata del Tajuña, guarda en su memoria la batalla del Jarama, que tuvo lugar muy cerca de aquí. Se están habilitando unas rutas sobre el terreno, además, se puede visitar un curioso Museo sobre esta batalla. Otro agradable espacio de Morata es el Museo de la Molinería, donde se enseña la maquinaria y todo el proceso de la molienda y la fuerza del agua.
Morata también cuenta con una buena bodega incluida en la Ruta del Vino de Madrid, en la que se realizan catas de los mejores caldos de la zona. Un capítulo aparte, son sus fiestas, ya que aquí se celebra una de las mejores Pasiones Vivientes de la zona, coincidiendo con el Jueves Santo. Pero una de sus celebraciones más especiales está relacionada con el producto estrella de Morata: sus palmeritas. Un dulce delicioso, que aquí realizan con mucho almíbar, y que justifica el gran número de pastelerías que te irás encontrando por las calles de Morata.
Y Morata…todavía tiene más que ofrecer…la bonita y agradable Vía Verde del Tajuña. Dos sencillos paseos, a la vereda del río, que te invitamos a realizar, aprovechando tu estancia en esta animada localidad.
En Morata de Tajuña se ubica uno de los pocos museos de España dedicados a la Guerra Civil Española, el Museo de la batalla del Jarama. Una cápsula del tiempo en la que se pueden ver cientos de objetos personales, salvoconductos, cartillas de racionamiento, mapas, fotografías, octavillas, cascos atravesados por balas, morteros, restos de latas de comidas, mecheros, armas, cañones, botellas, periódicos de la época, monedas o billetes que Gregorio Salcedo (creador de este Museo particular) fue rescatado del olvido de los campos de labranza y olivares cercanos a Morata, en un homenaje a aquellas familias que, como ya suya, subsistieron en la Postguerra gracias a la chatarra que generó la batalla del Jarama.
Durante dos décadas, estos objetos, algunos donados por familiares vinculados sentimentalmente con la Batalla y otros adquiridos por el propio Salcedo, hacen un repaso de la contienda, pero no sólo desde el punto de vista militar o ideológico, sino, y de forma más importante, de cómo era la vida de los miles de soldados de ambos bandos que pelearon desde aquel mes de febrero de 1937, hasta el final de la guerra. Un museo que, como reconoce su creador, “hace llorar”, pero también instruye a las nuevas generaciones sobre un episodio borrado de la Historia de España. Ocho salas de exposición presididas por la escultura “Tributo desgarrado en metralla del Jarama” en las que se muestra el valor histórico de objetos, personajes y hechos sin ninguna pretensión ideológica.