Antes de que la industria moderna invadiese el pueblo, la alfarería era la principal industria local. Godos, visigodos, árabes y cristianos hicieron de Campo Real un pueblo alfarero hasta el extremo de que existieron en la localidad hasta 30 alfares con hornos árabes para la cocción. Ya en el año 1752 se tienen los primeros datos documentados sobre esta actividad, conociéndose que, en el barrio de la Cruz del Caballo, son los apellidos Calvo y Cebrián, quienes realizaban los primeros cántaros de barro en los obradores. Las cazuelas, los pucheros, las mantequeras (utilizadas para conservar las matanzas), las mieleras o los canjilones para enderezar las aceitunas se convirtieron en objetos “Made in Campo Real” que cobraron una gran importancia en el mercado. Cada alfar de Campo Real poseía su propio horno de leña, pero la introducción del torno y el horno eléctrico revolucionaron a la alfarería, pudiendo ahora realizarse más piezas en menos tiempo y con un acabado más regular. Esta modernización acabó con la industria tradicional alfarera del pueblo y este museo pretende recuperarla del olvido. El museo alberga también una zona dedicada a sus dos productos más típicos: la aceituna y el queso.
El camino hasta Campo Real está inundado de olivos, olivos y más olivos, única plantación junto con la vid que crece por estas tierras, famosas en todo el país por sus aceitunas de color verde intenso y agradable aderezo. Es una población más grande y habitacional, pero sigue teniendo mucho encanto acercarnos hasta aquí, para callejear por su casco histórico y realizar compras en sus tiendas de ultramarinos, de su producto estrella: La Aceituna de Campo Real; así como de sus aceites, quesos y rica repostería artesanal…todo a precio de fábrica. Resulta pintoresco visitar su mercado de Abastos, en el que podrás comprar y degustar sus ricos y genuinos productos; porque lo mejor de venir a Campo Real es poder deleitarte con los frutos que da su tierra. Su fiesta de San Isidro, es especialmente bonita, ya que se organiza una romería de carrozas engalanadas, a la vega de Valdemembrillo, donde se celebra una comida campestre. Y también vale la pena, visitar el Museo de la Alfarería y de Productos Típicos, para conocer este antiguo arte que hizo célebre a Campo Real, pero que dio fin con los tiempos modernos.
Sube hasta su imponente iglesia de Santa María del Castillo, declarada Monumento Histórico Artístico en 1981, que está considerada como una de las más interesantes de la comarca. Se llega a ella por una bella escalera ajardinada y adornada con doce estatuas de los apóstoles. Vista desde el valle del Henares, la iglesia presenta un porte impresionante, semejante a un barco que surcase un mar de olivos. En este alto comprobarás que Campo Real se halla rodeado de olivos, y te parecerá increíble ver al fondo las torres de la Castellana.
Antes de que la industria moderna invadiese el pueblo, la alfarería era la principal industria local. Godos, visigodos, árabes y cristianos hicieron de Campo Real un pueblo alfarero hasta el extremo de que existieron en la localidad hasta 30 alfares con hornos árabes para la cocción. Ya en el año 1752 se tienen los primeros datos documentados sobre esta actividad, conociéndose que, en el barrio de la Cruz del Caballo, son los apellidos Calvo y Cebrián, quienes realizaban los primeros cántaros de barro en los obradores. Las cazuelas, los pucheros, las mantequeras (utilizadas para conservar las matanzas), las mieleras o los canjilones para enderezar las aceitunas se convirtieron en objetos “Made in Campo Real” que cobraron una gran importancia en el mercado. Cada alfar de Campo Real poseía su propio horno de leña, pero la introducción del torno y el horno eléctrico revolucionaron a la alfarería, pudiendo ahora realizarse más piezas en menos tiempo y con un acabado más regular. Esta modernización acabó con la industria tradicional alfarera del pueblo y este museo pretende recuperarla del olvido. El museo alberga también una zona dedicada a sus dos productos más típicos: la aceituna y el queso.