Antes de que la industria moderna invadiese el pueblo, la alfarería era la principal industria local. Godos, visigodos, árabes y cristianos hicieron de Campo Real un pueblo alfarero hasta el extremo de que existieron en la localidad hasta 30 alfares con hornos árabes para la cocción. Ya en el año 1752 se tienen los primeros datos documentados sobre esta actividad, conociéndose que, en el barrio de la Cruz del Caballo, son los apellidos Calvo y Cebrián, quienes realizaban los primeros cántaros de barro en los obradores. Las cazuelas, los pucheros, las mantequeras (utilizadas para conservar las matanzas), las mieleras o los canjilones para enderezar las aceitunas se convirtieron en objetos “Made in Campo Real” que cobraron una gran importancia en el mercado. Cada alfar de Campo Real poseía su propio horno de leña, pero la introducción del torno y el horno eléctrico revolucionaron a la alfarería, pudiendo ahora realizarse más piezas en menos tiempo y con un acabado más regular. Esta modernización acabó con la industria tradicional alfarera del pueblo y este museo pretende recuperarla del olvido. El museo alberga también una zona dedicada a sus dos productos más típicos: la aceituna y el queso.
Antes de que la industria moderna invadiese el pueblo, la alfarería era la principal industria local. Godos, visigodos, árabes y cristianos hicieron de Campo Real un pueblo alfarero hasta el extremo de que existieron en la localidad hasta 30 alfares con hornos árabes para la cocción. Ya en el año 1752 se tienen los primeros datos documentados sobre esta actividad, conociéndose que, en el barrio de la Cruz del Caballo, son los apellidos Calvo y Cebrián, quienes realizaban los primeros cántaros de barro en los obradores. Las cazuelas, los pucheros, las mantequeras (utilizadas para conservar las matanzas), las mieleras o los canjilones para enderezar las aceitunas se convirtieron en objetos “Made in Campo Real” que cobraron una gran importancia en el mercado. Cada alfar de Campo Real poseía su propio horno de leña, pero la introducción del torno y el horno eléctrico revolucionaron a la alfarería, pudiendo ahora realizarse más piezas en menos tiempo y con un acabado más regular. Esta modernización acabó con la industria tradicional alfarera del pueblo y este museo pretende recuperarla del olvido. El museo alberga también una zona dedicada a sus dos productos más típicos: la aceituna y el queso.