A partir de mediados del siglo XIX, la familia Cuéllar fundó la bodega ante la demanda de vino procedente de la ciudad de Madrid. En 1953 pasó a manos de la familia Peral que, con el fin de elaborar vino de calidad, recurrió a las tradiciones vinícolas ancestrales e innovó su cultivo y elaboración al aplicar técnicas como la “sobremadre” (antigua costumbre de fermentar el vino con una parte de los hollejos).
Bodegas Peral produce 3.000 hectolitros de vino, entre los que se encuentran las variedades blanca y tinta. Si bien la bodega cuenta sólo con una pequeña viña y su producción se basa en viticultores locales externos, todo el proceso de vinificación y la dirección técnica de éste, se controlan desde la propia bodega.
La técnica sobremadre que emplean en la elaboración de algunos de sus vinos, consiste en que el vino fermente con las partes sólidas de la uva (pepita y hollejo). Posteriormente estos hollejos y pepitas permanecen en contacto 5 meses hasta el momento del embotellado.
Resultan unos vinos muy peculiares y diferentes.
Conjunto Histórico declarado Bien de Interés Cultural en 2013.
La plaza Mayor de la Villa de Colmenar de Oreja, declarada Bien de Interés Cultural, es una típica y armoniosa plaza castellana, con soportales sustentados por columnas de piedra caliza de la zona y balconadas de madera. Su construcción, entre los siglos XVIII y XIX, resultó larga y costosa, pues fue un elemento urbanístico nacido con la intención de salvar el barranco que separaba el casco antiguo de la villa de los arrabales, por lo que se encuentra por encima del puente del Zacatín, que supera el desnivel. Esta compleja obra de ingeniería -una prolongada galería de más de 70 metros- tardó más de un siglo en levantarse.
En el pasado, Colmenar de Oreja perteneció a la poderosa Orden de Santiago y su legado puede verse en la imponente estampa de la iglesia de Santa María La Mayor, construida en el siglo XIII con aire de fortaleza y planta de cruz latina, en cuyo interior se encuentra un magnífico órgano con el que se organizan bonitos conciertos a lo largo del año. Pero una visita que no te esperas, es la que puedes realizar al fabuloso Museo de Ulpiano Checa. Célebre artista, nacido en esta Villa, y cuyos cuadros están expuestos en Museos como el Prado o el Thyssen.
Como visita “alternativa” conviene preguntar por los antiguos hornos de tinajas, como el de la calle Casas Quemadas, propiedad de uno de los últimos artesanos del pueblo. Esta tradición de fabricar grandes tinajas, así como, el trabajo de la célebre piedra de Colmenar, se pueden visitar y conocer, de primera mano, en el Museo de la Piedra.
Tomarse un buen vino de D.O. Vinos de Madrid en la bonita plaza castellana de Colmenar de Oreja es un placer que hay disfrutar siempre que se pueda. Colmenar es tierra de vinos y aquí se encuentran un buen número de bodegas que organizan catas dentro del programa Rutas del Vino de Madrid. Muchas de ellas cuentan con bonitos restaurantes instalados entre tinajas en las que envejece el buen vino de esta tierra. En sus cartas encontrarás la típica y excelente cocina castellana, hecha a fuego lento, como se tienen que hacer los buenos alimentos.
A partir de mediados del siglo XIX, la familia Cuéllar fundó la bodega ante la demanda de vino procedente de la ciudad de Madrid. En 1953 pasó a manos de la familia Peral que, con el fin de elaborar vino de calidad, recurrió a las tradiciones vinícolas ancestrales e innovó su cultivo y elaboración al aplicar técnicas como la “sobremadre” (antigua costumbre de fermentar el vino con una parte de los hollejos).
Bodegas Peral produce 3.000 hectolitros de vino, entre los que se encuentran las variedades blanca y tinta. Si bien la bodega cuenta sólo con una pequeña viña y su producción se basa en viticultores locales externos, todo el proceso de vinificación y la dirección técnica de éste, se controlan desde la propia bodega.
La técnica sobremadre que emplean en la elaboración de algunos de sus vinos, consiste en que el vino fermente con las partes sólidas de la uva (pepita y hollejo). Posteriormente estos hollejos y pepitas permanecen en contacto 5 meses hasta el momento del embotellado.
Resultan unos vinos muy peculiares y diferentes.