Construida por los pobladores en el siglo XIII, al lado de la higuera donde la tradición cuenta que la virgen se apreció a dos cazadores miembros de la orden de Santiago, que estaban a punto de desenfundar las espadas por una pieza. Al aparecerse la Virgen, uno de ellos dijo que “Bella Escusa” para dejar de reñir y decidieron levantar una ermita en su honor. Más tarde fue ocupada por tres eremitas que la cuidaron. Tras años de abandono, la ermita fue reconstruida en los años 1960. La asociación del milagro con algún símbolo natural es habitual en la santería, y el árbol siempre ha sido un claro ejemplo de ello. En este caso el hecho asombroso, es cómo se han fusionado higuera y muro.
El camino de acceso a la ermita suele estar cerrado. Por lo cual, la mejor opción encontrada parte desde el cementerio del pueblo, que se rodea por detrás, en busca del antiguo ferrocarril de los 40 días, una vez atravesando el primer túnel, continuar hasta el segundo, y por la derecha hay una trocha que se dirige al camino de la ermita, subir al cerro donde se encuentra, y tras ella, está la higuera. Tan pegada al muro que se confunden.